La canción de los corredores liberados

(The song of the ungirt runners)

Por Charles Hamilton Sorley (1895-1915)


Mecemos caderas liberadas,

Y brillan nuestros ojos,

La lluvia está en nuestros labios,

No corremos para ganar victorias.

No sabemos en quién confiamos

Ni hacia donde nos dirigimos,

Pero corremos porque debemos

A través del gran aire ancho.

Las aguas de los mares

Están turbadas como por una tormenta.

La tempestad desviste los árboles

Los deja desnudos y fríos.

¿Se detiene la tempestad?

¿La preguntan los árboles por qué?

Así, corremos sin causa

Bajo el gran cielo desnudo.

La lluvia está en nuestros labios,

No corremos para ganar premios.

Pero la tormenta da látigos al agua

Y la ola aulla al cielo.

Los vientos suben y lo golpean

Y lo dispersan como la arena,

Y corremos porque nos gusta

A través de la amplia tierra luminosa.